We all want to be young

«Fueron jóvenes los viejos 
pero la vida se ha ido 
desgranando en el espejo

y serán viejos los jóvenes 
pero no lo divulguemos 
que hasta las paredes oyen»

(Confidencial, Mario Benedetti). 

Entré en la recta final de otra de tantas luchas: pasar agosto.  Esta expresión es utilizada en Chile, donde la sabiduría popular dice que una vez superando este mes los ancianos pueden respirar tranquilos, pues sobrevivieron el mes más frío, es decir, «pasaron el año». En Barcelona no es el mes más frío, pero mi agosto está tan cargado de actividades que se viene duro.

Una serie me trajo hasta aquí

Hoy la Autónoma estaba llena de estudiantes haciendo las matrículas para el curso 2011-2012 (a este lado del mundo el ciclo escolar comienza en septiembre y finaliza en junio), llenando las facultades de preguntas, de carpetas, bolsitos y camisetas de la universidad… En fin, hace 9 años yo me vi igual: perdida por los jardines de mi Universidad, preguntando dónde estaba mi Escuela.

Con 17 años decidí -los pies sobre el sofá de la casa de mis padres- que estudiaría Comunicación porque me parecía más entretenido que Derecho y, además, en Valdivia, porque me gustaba la ciudad. Dos decisiones que me tienen aquí hoy. ¿Pero cómo llegué a esto, específicamente a esto, si mi intención a los 17 años era hacer el doctorado en literatura?

Sobre un diálogo de «Lo bueno de llorar»

Lo sé, es Matías Bize por todos lados, pero estos días he estado leyendo sobre la comunicación online, las perspectivas para estudiarla, sus posibilidades y las críticas más frecuentes, no pude dejar de recordar ese diálogo… Perdonen lo artesanal de la descripción, pero así les encauso hacia donde quiero llegar:

La pareja camina por Barcelona, están pensando y conversando el fin de la relación, ninguno de los dos sabe bien qué decir, caminan. Se sientan en la calle. Él mira hacia adelante, levanta los brazos, enciende un aparato inexistente frente a él: es un computador (ordenador/computadora). Comienza a escribir, a chatear. De pronto no es chat, no es comunicación sincrónica, son mails. Ella le contesta y juegan a escribirse, aun cuando pasan los años y se ven a sí mismos con otras parejas. Dan saltos en el tiempo, van y vuelven donde quieren. Son quienes quieren. Frente a lo imaginario del computador se sienten un poco más seguros. Ya no hay vuelta atrás, pero esos minutos de honestidad, de verdad desnuda disfrazada de juego, les da un respiro, aligera la tensión de saber que «ellos» se acabó.

Intimidad, saludos al sol y otras cosas de sábado

Llevo un par de horas jugando con Google+, lo nuevo de Don Google que está en guerra declarada con Don Facebook. Como siempre, la prensa encuentra en estos conflictos un tema entretenido y junto a las notas sobre los asuntos económicos involucrados y demás, sale alguna que otra cosa interesante. Hoy por ejemplo, en La Vanguardia, hay un artículo sobre la modificación del concepto de intimidad en los jóvenes.

¿Cómo se ha modificado mi propia idea de intimidad? ¿Qué es aquello que guardo celosamente, aquello de lo que el mundo no puede enterarse? ¿Es verdad que nos estamos volviendo seres transparentes, absolutamente comprensibles, expuestos? Personalmente creo que no, que así como no logramos comprendernos cabalmente a nosotros mismos, tampoco lo logramos con los demás, por más visible que parezca la actividad diaria de cada uno.

Notas sobre una partida

Ya llegó el tiempo que hace un par de semanas anunciaba Sant Joan, hoy @Paulinamarilla deja Barcelona y se embarca en la aventura de regresar a Chile y a Valdivia en medio de las cenizas del Volcán Puyehue, que siguen provocando la cancelación de vuelos, ahora ya no sólo en territorio argentino, sino también desde Concepción a Puerto Montt, en Chile.

Durante su estadía en la ciudad, o mientras recorría Europa mirando rinconcitos, pendiente de esos detalles en los que el común de la gente no repara, mi trabajo se daba vueltas de carnero en el aire y tomaba rumbos que íbamos discutiendo en vivo o por chat. Sí, aun estando en mi casa chateamos. Porque mi compañera no es sólo de aventuras provisionales en esta tierra, sino que me acompaña también en el desafío de pensar una Tesis. Ella es de esas pocas que se atreven, te tocan el hombro y dicen «hazlo» o bien «no lo hagas, no de nuevo».