De televisión: algunos apuntes desde Chile

En mi blog anterior (Q.E.P.D.), alguna vez reclamé por no poder acceder gratuitamente a la oferta online de la televisión chilena desde fuera del país. Me parecía un robo tener que pagar 10€ al mes por la programación de un canal del cual sólo me interesaban algunos programas; y aunque, por lo general, las series o reportajes quedaban disponibles en los sitios, la velocidad de descarga resultaba tan irritante que desistí en mis esfuerzos por mantener al menos esa conexión con Chile.

Este «estar de paso» implica poder ver televisión. Bueno, la verdad es que la migración entre pantallas la hice hace mucho rato y veo lo que necesito a través del compu, aunque estas semanas el hábito se ha acentuado por la exploración de esas señales abiertas a las que no puedo acceder desde fuera del país.

Notas sobre la Rambla de Prat parte III: «¡No manches!»

¿Quién me iba a decir a mí que en vez de preocuparme por no agarrar el acento español tendría que intentar que no se me peguen las palabras de otros sitios? ¡No manches! Es que viviendo con una mexicana lo mínimo que aprendes es que no puedes salir a la calle fodonga ni cabezona (difícil con lo poco que me peino). Esto, por supuesto, sin mencionar la inevitable adicción al guacamole, las quesadillas y el chile chipotle, entre otros.

Notas sobre la Rambla de Prat parte II: El par de sudacas

Hace varios meses ya, fui a recorrer/conocer el Mercat dels Encants en Barcelona, para ver si encontrábamos alguna pilcha interesante para abastecer a las polillas del (pobre) armario. Por supuesto, en vez de salir con algo de ropa, salí con un libro para un amigo. En fin, la cuestión es que entre conversas y risas nos paramos a hablar con una mujer que justo en ese momento describía un ataque del que su hijo había sido víctima la noche anterior. El resumen: una puñalada y un sudaca de mierda.

Nos quedamos un momento escuchando, revolviendo las cestas con ropa, lamentando lo ocurrido con el muchacho. Sabiéndonos sudacas, aunque, en mi caso,  sin comprender realmente si debía sentirme sólo sudaca o sudaca de mierda. Creo que no lo sabré nunca.

Notas sobre la Rambla de Prat parte I: La trobada

Llegar a instalarse a una ciudad distinta para vivir algo tan intenso como la investigación y escritura de una tesis doctoral es complicado. Hace dos años comencé a buscar un lugar para vivir, convencida de que se trataría de un sitio de paso, porque todos los amigos, al compartir experiencias, recordaban lo difícil que es encontrar a personas con quienes compartir durante ese período: que si no hay ventana en la habitación, que si los compañeros son sucios, que si el piso está mal ubicado, que si a la compañera le agrada escuchar ópera mientras estudia o le tiene fobia a las cajas de leche… Siempre sobran los motivos.

Mi experiencia fue distinta. Me encontré con una calle tranquila, muy cerca del centro de la ciudad y con un piso con historia. Si bien su composición fue variando durante el tiempo que viví en la Rambla de Prat, la energía casi siempre fue positiva. Los primeros meses fueron duros, por muy «buena onda» que haya, nunca es sencillo instalarse a convivir con personas absolutamente desconocidas. Pero lo cierto es que después de un tiempo, luego de acomodarme a haber dejado Valdivia y a Pamela, la compañera de vida a quien le debo haber aprendido a vivir conmigo misma, fui descubriendo a personas que se transformaron en familia.