¿Y ahora qué hacemos? o la aventura de salir del molde

Si mi grupo de investigación fuera una banda de rock, la semana que pasó habría sido nuestra gira por España. Participamos en el Congreso Internacional de Narrativas Audiovisuales, celebrado en Andalucía y también en el Transmedia Living Lab de Madrid. Ambos eventos resultaron experiencias para pensar y de alguna manera conectar con mi trabajo.

La conclusión, a nivel general, es la importancia de la experiencia. No me refiero a la experiencia del investigador sino justamente a aquello que estamos observando: es urgente dejar de prestar atención a la mera representación, al discurso por el discurso, para mirar a las personas y aquello que hacen o no con nuestros objetos de estudio. Dejar de mirar a la tecnología como la salvación o el enemigo y centrarse en el hacer (en análisis de ese hacer) con y en ella.

Sobre Black mirror: primeras notas

En el grupo de investigación siempre nos estamos preguntando por los cambios de la televisión,  su porvenir, el negocio de la televisión y como todos estos aspectos (junto a un montón de otros) se modifican con Internet. Además, nos acercamos mediante los estudios de los diferentes miembros del equipo, al análisis de las prácticas sociales relacionadas con el uso de herramientas tecnológicas y la relación de ellas con la ficción audiovisual.

A propósito de esto, hace un par de días recibí un mail de una amiga con un link y la recomendación para Black Mirror, la serie que se estrenó en diciembre del año pasado en el Reino Unido por Channel 4 . Me dispuse a verla pensando en que me enfrentaría a una distopía, a un producto que -mediante un argumento bien contado- sigue sugiriendo el determinismo tecnológico de cada día, pero no. Resultó ser una crítica aceptable a la ecología de los medios de comunicación en la actualidad, a la intención de manipulación de la información por parte de las cadenas y, mejor todavía, una visión sobre los usos y prácticas con tecnología en la sociedad.

Aunque puede ser percibida como una crítica, no es una visión apocalíptica con respecto a la tecnología propiamente tal, sino es sobre todo un llamado de atención al intento de controlar las formas de adopción y modificación que las propias personas hacemos de/con ella.

De atrezzo a personaje: el teléfono móvil en Qué pena tu vida

Qué pena tu vida es una película que cuenta una historia sencilla: amor, desamor, locura, regreso a la cordura, amor otra vez. La trama, vista en innumerables ocasiones –quizá con menos filtro a la hora de mostrar la violencia que el despecho gatilla en el protagonista- añade un tratamiento interesante del uso de la tecnología móvil como parte de la historia: los elementos visuales propios del teléfono son incorporados a la película.

En el análisis de la serie mexicana Soy tu fan, se destacaron características de Facebook como personaje: la dificultad para olvidar, la presencia y registro constante de actividades e interacciones; y el complemento (a veces contradictorio) entre la expresión de sentimientos offline y online.

A estos elementos pueden añadirse los observables en la producción chilena. En Qué pena tu vida, a diferencia de Soy tu fan, no se hace una crítica al uso de la tecnología, ésta se incorpora a la práctica cotidiana de los personajes, es imprescindible tanto para su vida como para el desarrollo de la historia hasta el extremo de aparecer la pantalla del móvil mezclada con la imagen de cine.